Nuestro primer proyecto en Myanmar
Desde que comenzamos a trabajar en 2009 con los refugiados birmanos desplazados en Tailandia, soñamos que llegaría un día en que la situación política en Myanmar, la antigua Birmania, cambiaría: la junta militar no gobernaría ya el país; la líder de la oposición y premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, sería puesta en libertad después de 20 años de arresto domiciliario; la población birmana podría vivir en democracia; habría libertad de prensa y el gobierno birmano tendría en cuenta los derechos humanos. Soñamos con que los birmanos regresarían a su país y nosotros con ellos para trabajar en el desarrollo de un país cerrado al mundo y negado al progreso durante décadas.
Casi seis años más tarde de nuestro primer sueño, Myanmar sigue siendo uno de los países más corruptos del mundo, de los que menos recursos destina a sanidad y educación y el que más destina a gasto militar. Los enfrentamientos armados entre el ejército del gobierno y las minorías étnicas han aumentado. Las cosas no han cambiado como soñamos, pero han cambiado... Hoy, tras una elecciones cuestionables, el gobierno es, al menos supuestamente, civil; Aung San Suu Kyi es libre y tiene un escaño en el parlamento; la gente no va a la cárcel por hacer una pequeña crítica al gobierno; las sanciones económicas al país se han levantado; y las empresas extranjeras se dan codazos para lograr una buena posición en el reparto de oportunidades que ofrece un país rico en recursos y que ha abierto repentinamente sus puertas al mundo.
Nuestro sueño se va haciendo poco a poco realidad. Aunque todavía no es fácil trabajar como ONG en Birmania, ya no somos vetadas ni vistas como enemigas del gobierno. Colabora Birmania pone un pie en el país y comienza su primer proyecto de desarrollo: la construcción de una escuela en la región del Delta, la zona devastada por el ciclón Nargis en 2008.
EL CICLÓN NARGIS
El 2 de mayo de 2008, el ciclón Nargis devastó la región de Ayeyarwady, en el Delta al sur de Myanmar. Cerca de 85.000 personas perdieron la vida y 53.800 desaparecieron. 37 ciudades fueron gravemente dañadas y Naciones Unidas estima que 2.4 millones de personas se vieron afectadas. La gravedad de estas cifras es, en parte, responsabilidad de la cruel Junta Militar que para entonces gobernaba el país. A pesar de contar con la información anticipada sobre la magnitud del ciclón, el gobierno no alertó a su población y, una vez hecho el destrozo, no permitió la entrada de ayuda humanitaria en la zona, negando a los supervivientes el abastecimiento de agua potable, comida y medicamentos. Fue después de una semana y gracias a la gran presión internacional cuando el gobierno permitió que las organizaciones hicieran su trabajo. Siete años más tarde todavía hay infraestructuras que esperan su reconstrucción y Colabora Birmania pone su granito para devolver a la gente de esta región lo que el ciclón les arrebató.
El PROYECTO
Seyala es una de las aldeas rodeadas por manglares en la región del Delta al sur de Myanmar. Se comunica únicamente por río. Cuenta con una población de unas 100 familias y cerca de 400 habitantes. La mayoría de ellos viven del cultivo de arroz, ya que de esta zona proviene la mayor parte del arroz cultivado en Myanmar.
Los habitantes de Seyala son gente amable, sonriente y muy trabajadora. Conservan sus tradiciones muy puras, ya que a penas han tenido contacto con otras culturas. No tienen electricidad ni acceso a televisión o teléfono. Algunas personan tienen una radio a pilas con la que escuchan lo que sucede en el mundo. Nunca nadie les ha regalado nada, están acostumbrados a resolver cualquier contratiempo por sus propios medios.
Cuando conocimos esta aldea, nos sorprendió el porcentaje de niñas escolarizadas. En los cursos superiores es incluso mayor que el de los niños y es que considerar de gran valor la educación es algo generalizado en Seyala. Los profesores dan clase por vocación, ya que los 50$ que reciben al mes como salario no creemos que sea el motivo para dar 7 horas de clase cada día. Los alumnos atienden con respeto a sus maestros y una vez acabada las clases continúan en la destartalada escuela repasando la lección. Lo tuvimos claro: ésta es la gente a la que debemos apoyar.
El colegio Kyel Da Gon cuenta con 70 estudiantes de 14 a 17 años y 5 profesores. En este centro se cursan los grados 10 y 11, los dos años previos a la universidad. La mayoría de los estudiantes son internos, ya que viven en comunidades alejadas. Los transportes se realizan por río, por lo que dependen de las crecidas y bajadas de éste para poder desplazarse a la escuela. Se despiertan al amanecer, a las 5:30, para preparar desayunos; repasan la lección del día anterior y comienzan las clases a las 7 hasta las 5 de la tarde. Hasta que anochece, sobre las 18:30h, cuentan con tiempo libre para lavar su ropa, arreglar sus habitaciones y darse una ducha. Seguida está la cena y después todavía tienen un par de horas de estudio a la luz de unas bombillas alimentadas por un generador. Este es su horario de lunes a sábado. Los domingos solo tiene clase hasta las 15h.
La infraestructura del colegio es muy precaria. Las clases apenas se separan de los dormitorios por un panel de bambú agujereado. Los pupitres son insuficientes y reciben las clases apretados. Todo el edificio es de bambú y madera. Los dormitorios no están equipados, tan solo cuentan con una esterilla para dormir. El director de la escuela y su mujer, también profesora, estiran como pueden los alimentos que los padres ofrecen para los jóvenes internos. No todos pueden aportar algo: lo que hay se reparte. En estas condiciones no pueden pensar en mejorar la infraestructura, es por esto, que Colabora Birmania ha comenzado la construcción de un edificio en condiciones que pueda permitirles estudiar en un espacio adecuado y habilitado para ello.
La mayoría de los estudiantes son de familias pobres. Solo unos pocos privilegiados podrán ir a la universidad y pagar los 700$ que cuesta cada curso. Los demás terminarán la escuela con 17 años y trabajarán, pero casi todos ellos nos dicen que trabajarán por el día y se formarán con cursos a distancia por la noche para poder progresar y cada vez tener un trabajo mejor.
Ellos seguirán estudiando; nosotros seguiremos soñando.