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Sobreviviendo al ciclón Nargis, por Oo Kyi Soe y Sun Sun Oo

Oo Kyi Soe y Sun Sun Oo, son los directores de la Escuela KyelnDa Gon y son algunos de los supervivientes al ciclón Nargis, el ciclón que devastó la zona de la división Ayeyarwady en 2008 y acabó con la vida de más de 140.000 personas.

Antes del ciclón Nargis, ya vivían en la aldea de Seyala. Los dos impartían clases en la escuela de la aldea y para sacar un sobre sueldo tambien trabajaban en el campo de arroz cercano a nuestra casa. Hoy nos explican cómo vivieron en primera persona la catástrofe del ciclón.

La época de lluvias había comenzado hacía pocos días y la mañana del 2 de mayo se despertaron con un fuerte viento. Estaban acostumbrados a las tormentas y las fuertes lluvias, pero esos vientos no eran normales. “El ambiente en la aldea estaba tenso y todos estábamos pendientes de las noticias que nos llegaban a través de la radio. Así conocimos que un fuerte ciclón nos alcanzaría en menos de 3 horas”, cuenta Oo Kyi Soe, “no tuvimos tiempo para desplazarnos a la ciudad ya que el transporte es por río y en condiciones normales se tarda una hora y media”.

Ante el miedo y la incertidumbre a lo que acontecería, se refugiaron en el granero donde guardan el arroz, “sólo pensábamos en salvarnos” nos dice Sun Sun Oo. El viento cada vez era más fuerte y parte del granero salió volando, casi no podían abrir los ojos por el impacto del agua en sus caras. “Corrimos hacia el monasterio de la aldea, pero justo al llegar, un árbol se derrumbó a nuestros pies. El agua del río se desbordó y se llevó las casas más cercanas a la orilla”, explica Oo Kyi Soe. No tenían dónde refugiarse por lo que treparon hasta lo alto de un viejo árbol, desde allí iban viendo animales flotando y cómo todas las casas de su aldea se destruían. El fuerte viento no cesó hasta el día siguiente, “estábamos agotados y hambrientos”.

Hasta pasados 10 días del paso del ciclón nadie fue a socorrerlos. Sobrevivieron estos días gracias a los cocos que encontraban flotando, era lo único que podían beber y comer. La primera ayuda que recibieron fue la de un monje del monasterio budista de otra aldea que les trajo comida. Semanas más tarde llegó la ayuda de las ONGs.

Cuando la aldea se recuperó continuaron dando clase, ya no había escuela pero continuaron las clases en las aulas improvisadas que construyeron con bambú y madera. En la escuela de la aldea se imparten los cursos desde primaria hasta grado 9. “Mi mujer y yo fuimos a la Universidad, por lo que tenemos conocimientos para impartir los grados superiores. Cuando los alumnos acaban la escuela en la aldea, para seguir cursando estudios tenían que trasladarse a la ciudad principal, por este motivo muchos niños acababan sus estudios con 14 años”, cuenta Oo Kyi Soe. Por ello, decidieron abrir una pequeña escuela en la aldea para poder impartir los grados 10 y 11 y permitir que muchos alumnos pudieran continuar sus estudios en la aldea. “De esta manera creamos la escuela Kyel Da Gon. Al principio teníamos pocos alumnos pero este año tenemos 70, muchos de otras aldeas”, nos cuenta Sun Sun Oo.

Han pasado casi siete años desde todo aquello. Están felices y contentos con su nueva vida, con su trabajo y sus alumnos.

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